5 Maneras en que las Iglesias nos estamos auto-destruyendo

jueves, 25 de junio de 2015


El Cristianismo de ninguna manera está en problemas.
Las iglesias sí están en problemas. Entérese por qué.

El escritor e investigador en temas religiosos Tom Ehrich, ha escrito el siguiente artículo en el contexto de una iglesia evangélica estadounidense a la que cada vez se le hace más difícil retener a sus miembros y reclutar nuevos, especialmente miembros jóvenes.

Con fe en que este artículo nos despierte a nosotros aquí en Latinoamérica, comparto una rápida adaptación (traducción) de este blog. Después de todo, lo que pasa en USA curiosamente tiende a repetirse en nuestros países -tiempito después. Gracias por sus comentarios.

Seamos claros: el tan anunciado "declive del cristianismo en América" ​ no se trata de Dios perdiendo la fe en la raza humana.

No se trata de que estemos perdiendo nuestra brújula moral, gracias a eso que sucede y que odiamos. No se trata de la nueva generación indecisa. No se trata de estar persiguiendo modas y dejando la tradición. Se trata de que nosotros nos metimos en problemas.

El cristianismo no está en problemas en lo absoluto, son las Iglesias las que están en problemas. Las denominaciones están en problemas. Líderes religiosos profesionales están en problemas.

¿Qué fue lo que hicimos mal? ¿Qué es eso que nos está llevando a perder buen nombre entre nuestra sociedad? ¿Qué es eso por lo que los jóvenes poco quieren saber de lo que pasa con la iglesia evangélica?

Aquí está lo que hicimos:

1. Paramos de intentar.

Durante un tiempo, las instituciones religiosas en América eran audaces y asumían riesgos. Después nos quedamos en modo de mantenimiento, porque así se sentía seguro y cómodo. Hemos luchado por asuntos ‘iglesieros’ sin importancia porque los asuntos que verdaderamente importan - el racismo, la desigualdad, la politiquería, el robo corporativo, la obsesión con el dinero y el sexo – son realidades que en las que nos hemos involucrado y son demasiado dolorosas.

2. Dejamos de dar.
En los últimos 50 años, nuestras ofrendas se han reducido en más de la mitad en relación al porcentaje del ingreso familiar. Tenemos a nuestras iglesias en situación de miseria, muriendo con extrema escasez de recursos, y a la hora de tomar las difíciles decisiones presupuestarias, las instalaciones que  queremos tener terminan ahogando la misión que debemos hacer.

3. Nos encerramos.
Así como las casas americanas pasaron de hermosos pórticos al frente hacia un lujoso patio  trasero, nosotros también dejamos de conectarnos con nuestros vecinos. Paramos de mirar hacia el exterior, a excepción de la noble y obligada caridad ocasional. Abrimos nuestras puertas el domingo y nos damos la bienvenida a nosotros mismos.

4. Obsesionados con el domingo por la mañana.
Aun cuando los días domingos ya no tienen la misma importancia social que antes, seguimos esperando que el culto del domingo haga todo nuestro trabajo. En lugar de transformar vidas a través de la obra misionera, los estudios bíblicos en grupos pequeños, y la disciplina espiritual personal, lo que hemos conseguido es un montón de gente que se sienta en las bancas durante una hora y media abarrotada de electrizantes cantos, breves oraciones, una lista de anuncios, una breve enseñanza. Después del culto enviamos a la gente de regreso a sus carros  y pensamos que ya hicimos nuestro trabajo para toda la semana.

5. Estamos destrozados nuestra reputación.
Nos hemos dado a conocer como gente crítica, enojadiza, egoísta, engreída, aburrida y anticuada. Por lo que la gente de afuera dice, vivimos para combatir, pensamos demasiado alto de nosotros mismos, y nos creemos maestros de moral. ¿Quién necesita eso?

Entonces, ¿cuál es nuestro futuro? El futuro de Dios es tan brillante y glorioso como siempre. Nuestro dinámico, transformacional y siempre amoroso Dios estará bien. Podremos seguir orando con confianza.
Las Iglesias, por su parte, están en problemas. Muchas se quedarán sin dinero. Muchas perderán la pasión de sus miembros. Sin embargo, algunas, quizá muchas, estarán a la altura del desafío. Ellas le darán  valor a las antiguas convicciones y harán lo que Jesús hizo.

Aquellos ‘indicadores de éxito ministerial’ quedarán fuera, porque su prioridad será compartir las buenas nuevas, recibir a los desconocidos, dar la bienvenida a los últimos y los menos de la sociedad, invertirán su vida y sus recursos para trabajar por la justicia y la misericordia, serán comunidades de fe los siete días de la semana y pondrán el amor por delante de su correcta opinión y pondrán la amabilidad por encima del éxito.

Tomado de:
5 Ways Churches Are Hurting Themselves.
Por Tom Ehrich. (Investigador y Escritor de Temas Religiosos)  / Servicio de Noticias Religiosas. / www.faithstreet.com

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